Durante décadas, los dinosaurios han sido representados como criaturas gigantescas que eran muy parecidas a los reptiles modernos, es decir, que dependían del sol para calentarse. Sin embargo, un nuevo estudio desafía esa visión tradicional. De acuerdo con SciTechDaily, científicos de la UCL (University College London) y la Universidad de Vigo identificaron lo que podría ser el origen de la sangre caliente en algunos dinosaurios y sitúan a este fenómeno evolutivo en el Jurásico Temprano, hace unos 180 millones de años.
Este avance sugiere que ciertos dinosaurios comenzaron a generar su propio calor corporal en respuesta a climas más fríos, una capacidad que posteriormente heredaron aves y mamíferos. El hallazgo pone en duda la idea de que todos los dinosaurios eran de sangre fría como los reptiles actuales y aporta una pieza para entender su adaptación y éxito evolutivo, además de preguntarse si realmente eran como lo que hoy conocemos como un reptil.
Los “raptores” que amaban el frío: pruebas fósiles y modelados climáticos respaldan la hipótesis
El equipo de la investigación analizó más de 1,000 fósiles distribuidos por distintas regiones y épocas de la Era Mesozoica y combinaron estos datos con modelos paleoclimáticos y árboles evolutivos. Uno de los hallazgos más reveladores fue que dos grupos clave: los terópodos (como el Velociraptor) y los ornitisquios (como el Triceratops), comenzaron a colonizar regiones más frías durante el Jurásico Temprano.
Este patrón sugiere una transición hacia la endotermia, es decir, la capacidad de generar calor internamente. En contraste, los saurópodos (como el Diplodocus y el Brontosaurus) se mantuvieron en zonas más cálidas, lo que podría indicar que conservaron una fisiología más cercana a la de los reptiles actuales.

Claves en el tiempo: la crisis volcánica del evento Jenkyns como punto de inflexión evolutiva
De acuerdo al estudio publicado en Current Biology, el origen de esta transformación fisiológica coincide con un evento geológico crucial: el evento Jenkyns. Esta crisis ambiental, ocurrida hace aproximadamente 183 millones de años, implicó erupciones volcánicas masivas, un episodio de calentamiento global, y una extinción de plantas que provocó una reorganización de los ecosistemas.

El Dr. Alfio Alessandro Chiarenza, autor principal del estudio dijo a SciTechDaily que esta situación extrema habría actuado como un filtro evolutivo y favoreció a los dinosaurios capaces de mantenerse activos durante largos periodos, desarrollarse más rápido y adaptarse a ambientes nuevos. La coautora Sara Varela complementa la visión al señalar que los terópodos, antecesores de las aves, podrían haber desarrollado su sistema único de regulación térmica justo en esta época.
Cada grupo de dinosaurios tomó una ruta evolutiva distinta
El estudio revela que no todos los dinosaurios respondieron igual a los cambios climáticos. Los ornitisquios mostraron una clara tendencia hacia hábitats fríos y húmedos, mientras que los terópodos evolucionaron hacia climas fríos pero con mayor estacionalidad. En cambio, los saurópodos conservaron una fuerte preferencia por ambientes cálidos, probablemente debido a su tamaño colosal y menor capacidad para perder calor.
Según el estudio, estas diferencias se explican mejor por modelos evolutivos que toman en cuenta limitaciones físicas y condiciones ambientales, en lugar de una evolución uniforme. Ornithischia, por ejemplo, pasó de habitar zonas cálidas (26.8 °C) a zonas mucho más frías (15.2 °C) a medida que evolucionaron, mientras que los terópodos como los coelurosaurios y avianos alcanzaron su temperatura óptima en torno a los 17.9 °C, característica clave en el camino hacia las aves modernas.

El entorno, el tamaño y la competencia también jugaron su papel
Contrario a la creencia de que los saurópodos evitaban el frío por falta de vegetación, el análisis muestra que prosperaron en zonas áridas, similares a las sabanas, más que en regiones tropicales exuberantes. Esto refuerza la idea de que su fisiología era más dependiente del calor ambiental. Además, su gigantesco tamaño pudo haber sido una adaptación para conservar calor (gigantotermia), permitiéndoles operar con un metabolismo más lento pero eficiente.
Por otro lado, la diversidad climática explorada por ornitisquios y terópodos, junto con estructuras corporales como plumas primitivas y cavidades respiratorias complejas, sugiere que estos grupos desarrollaron una fisiología más adaptable, lo que les permitió colonizar desde los trópicos hasta las regiones polares.
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